Mary, una esbelta morena de 20 años que trabaja como promotora de bebidas para pagar su carrera universitaria, lo conoció en 2012. Esa noche comenzó una bonita amistad que a mitad de 2013 se conviertió en romance.
Era un príncipe azul real. El hombre perfecto. Maduro, detallista, atento, todo un caballero y un trabajador incansable. Un tipo exitoso que no teme expresar al mundo su inmenso amor. ¿Qué más puede pedir Mary?
En mayo de 2014 deciden vivir juntos y en pocos meses este sueño rosa se convierte en una pesadilla oscura que parece infinita.
Empieza la pesadilla
“No puede ser que ese hombre se haya ganado mi confianza y la de mi familia para hacer esto”, dice Mary indignada mientras comienza a relatar el momento de más angustia en su vida. “Las cosas comenzaron a ir mal en noviembre de 2014. Él quería llevarme a vivir en Bogotá porque supuestamente iba a montar un negocio de comida mexicana allá. Ahí comencé a sentirme insegura y no quería abandonar a mi familia y mi ciudad. Él quería alejarme de mi familia y de mis amigos porque tiene unos celos psicópatas. Es un hombre muy posesivo”, expresa.
En enero de 2015, él le pidió matrimonio. En un concierto, la subió a la tarima, se arrodilló y le mostró el anillo. Ella le dijo que sí y la crisis pareció mejorar un poco. Mary, sin embargo, no estaba convencida y pocos días después le dijo que no y terminó todo. Jorge se rehusa a perderla. Pocos días después la buscó y se las arregló para robar su celular.
“Estábamos hablando, yo quería terminar las cosas de forma civilizada y de pronto se paró y se fue. Se llevó mi celular y el 10 de enero creó un grupo en Whatsapp. Envió unas fotos mías desnuda a todo el mundo y cambió todas mis claves. Ese mismo día lo denuncié”, dijo.
Habla con terceros
La víctima cuenta que Jorge comenzó a contactar a una hermana y a una prima de ella. “Les dijo que si yo no lo buscaba iba a atacar con más bajeza, y lo hizo. Publicó videos íntimos en Facebook e Instagram”, comenta Mary. Dice que pese a que los mismos usuarios de las redes sociales lo denuncian, él se las arregla para difundir el contenido creando cuentas con nombres falsos.
“Tengo miedo de salir a la calle, de trabajar. Él dice que va a hacer justicia por sus propias manos y qué tal que me quiera agredir. No sé dónde está y eso es peor.
“Es algo que no me pasa solo a mí, sino a muchas mujeres. Y las autoridades deben actuar rápido. Esto no puede quedar impune porque él está pisando mis derechos. Esto es violencia psicológica. Hay que apartar el miedo y denunciar”, concluye.
(*) Nombres cambiados a petición de la joven
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