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domingo, 9 de marzo de 2014

Nuevos retos y oportunidades generan nuevas responsabilidades e inquietudes.

Lina Mendoza tiene 31 años, es médica especialista en terapias alternativas, trabaja en un hospital y atiende su consultorio.

En una misma familia, las mujeres pueden vivir
de manera muy distinta las etapas de la vida.
A esa edad, su mamá ya tenía tres hijos, el mayor de 8 años. Y las mamás de sus mamás comenzaron a ejercer el abuelazgo a los cuarenta y tantos. “Imagínate, mis compañeras de especialización, que tienen 42 años, sus hijos apenas están en el colegio, y mi mamá, que tiene 62, todavía no es abuela. Mis amigas están empezando a tener hijos y todas nos sorprendemos cuando alguna dice que está embarazada, porque como que todavía no toca. Veo a sus papás convirtiéndose en abuelos, y son muy distintos a los míos: no se la pasan tejiendo, ni están pensionados; todavía trabajan o hacen sus cosas. No se quedan en la casa cuidando a los nietos, sino que ayudan con cosas como llevarlos a la clase de estimulación o de natación”.

Lo que para Lina es una anécdota refleja el cambio que ha vivido el papel de las mujeres.

Como se sabe, su salida y avances al mundo laboral, su mayor educación (ellas tienen más años y grados de estudio que los hombres), una mayor independencia económica, los logros en la lucha por la equidad de género, entre otros, han hecho que sus actividades, preocupaciones, retos, metas, sueños, responsabilidades, oportunidades, inquietudes, etc. sean o se vivan de manera distinta, o surjan en momentos diferentes con respecto a lo que vivieron generaciones anteriores en su familia.

“La mujeres vivimos las mismas crisis ante experiencias de transición, pero se han corrido una década en cuanto a edad”, explica Victoria Cabrera, psicóloga y docente de la Universidad de La Sabana.

“No hay que hablar de inquietudes o preocupaciones de la mujer de hoy, eso da una connotación negativa para lo que han sido logros y son ahora nuevas oportunidades”, agrega Isabel Londoño, directora de la Fundación Mujeres por Colombia.

Eso implica más tareas más responsabilidades, pero más satisfacción personal, pese al estrés que muchas veces genera la expectativa de lograr ser exitosa en varios frentes al mismo tiempo.

“Antes la expectativa social, familiar y personal era que la mujer pudiera con la maternidad, el matrimonio y con estándares bastante discretos de estudios o desarrollo laboral. Ahora la expectativa es que pueda con todo. La conquista de tantos espacios en todos los ámbitos le plantea múltiples desafíos en los cuales desempeñar un papel protagónico, transformador, que trasciende su ámbito privado”, agrega la sicóloga de familia María Elena López.

Hace unas décadas, había un modelo único de mujer, que generaba dominación y falta de equidad, pero al tiempo producía certezas. Ahora se trata de un modelo de mujer que responde a muchos estándares (de belleza, inteligencia, participación social, laboral, política) y que genera incertidumbre porque con frecuencia son mutuamente excluyentes (¿quién quieres ser hoy?).

Con base en la experiencia profesional de estas profesionales y con testimonios recogidos entre mujeres de distintas edades, planteamos cómo están viviendo las mujeres su realidad en las diferentes etapas de su vida.

Los logros de mujeres luchadoras por sus derechos han impactado sus vidas de manera positiva, pero al tiempo les han planteado nuevos modelos, a los que todavía se están ajustando.




Fuente: eltiempo.com

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