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viernes, 19 de enero de 2018

El relato real de Molly Bloom

LONDRES (EFE).— Una persona “llena de integridad que hace lo correcto” y una historia con perspectiva de género son los elementos clave de la primera película de Aaron Sorkin, “Molly’s Game”, reveló el guionista.

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 Molly Bloom y Jessica Chastain (D)
El filme narra la historia real de Molly Bloom (Jessica Chastain), una mujer que se convirtió en la organizadora de partidas de póquer clandestinas más cotizadas de Estados Unidos hasta que fue cazada por el FBI y lo perdió todo.

Molly Bloom escribió un libro, del que la película tiene un título homónimo, donde relata su experiencia y explica todo lo que aprendió sobre la vida, el amor y la fama durante ocho años desenfrenados.

En su adaptación a la gran pantalla, Sorkin apuesta por estructurar la narración a partir de ingeniosos diálogos entre Molly y su abogado (Idris Elba), con el objetivo de que “alguien la acompañara durante su viaje” a lo largo de la proyección.

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“Había dos historias que quería contar. Una es la que Molly explica en el libro, que es la historia sobre cómo se convierte en la organizadora de partidas de póquer más grande del mundo. La otra es la que yo aprendía cuando hablaba con ella”, explicó Sorkin.

El director reconoció que la publicación no le convenció demasiado para hacer un filme y que fue durante el encuentro con Molly, concertado por su abogado, cuando descubrió que el libro sólo era “la punta del iceberg” de una historia emocional profunda.

Una sensación que también tuvo la actriz californiana, quien admitió que tenía prejuicios erróneos sobre Molly, fabricados a partir de leer la prensa y ciertas entrevistas en las que los periodistas “no eran demasiado buenos con ella”.

Pero la realidad era otra: Molly Bloom operaba en un mundo frecuentado únicamente por hombres, los cuales tenían mucho dinero y poder, y eran nada menos que estrellas de Hollywood, del deporte y magnates de Wall Street.

“En esta película vemos a Molly en muchas situaciones siguiendo las reglas que han sido impuestas por hombres: en su familia, en su industria y en el gobierno”, explicó Jessica Chastain, quien lamentó que muchas veces “una mujer es más valiosa por su atractivo sexual”.

“En realidad, lo que quería Molly es tener poder sobre su propia vida. Quería tener poder sobre su propio cuerpo y sobre la industria, y pienso que vivimos en una sociedad en que las mujeres ahora están hablando de esto”, añadió.



El libro Historia

Molly Bloom revela en su libro todo su pasado cuando fue anfitriona de magnates.

Poder femenino

La llamada “princesa del póquer” con 26 años se convirtió en la más importante figura del juego clandestino en Los Angeles y Nueva York. Entre sus clientes, figuraban Leonardo DiCaprio y Ben Affleck, entre otros.

El relato de una mujer que escapó a culto donde fue forzada a tener sexo de niña

Dawn Watson aseguró que los "tíos" del lugar obligaban a niñas a prostituirse. Los actores de Hollywood Joaquin Phoenix y Rose McGowan también pertenecieron a la secta.


Dawn Watson, una mujer que escapó de un infame culto sexual cuando era adolescente, compartió crudos detalles de su historia para ayudar a otras víctimas de abusos a enfrentarse al problema.

La mujer, que actualmente tiene 29 años, conversó con el canal británico Bancroft TVdonde narró cómo las niñas y mujeres eran forzadas desde pequeñas a tener sexo con los "tíos" del lugar.

"Mientras ustedes aprendían a lavarse los dientes, nosotros aprendíamos a tener sexo. Eso es lo que tenías que hacer", reveló.

Según Dawn, "aprendíamos que Dios es amor y que la forma de expresar aquello es la sexualidad. Nunca conocí una forma diferente a esa".

Su cruel historia se enmarca dentro de la secta "Children of God" (Niños de Dios) que fue fundada en 1968 en EE.UU. y se expandió hasta con 130 comunidades alrededor del mundo, según informó Daily Mail.

El culto tuvo entre sus filas a los actores de Hollywood Joaquin Phoenix y Rose McGowan, quienes también lograron escapar a los abusos cuando jóvenes y solo pocas veces han relatado sus duras experiencias al crecer.

En el caso de Dawn Watson, su historia ocurrió en Brasil donde su familia la hizo crecer dentro del culto.

De acuerdo con su relato, había "abuso de todas las formas", pues fue "abusada sexual, emocional y espiritualmente".

Cintas de embalaje sobre las bocas de los niños e incluso una habitación donde les daban nalgadas son algunas de las situaciones que denunció.

"Tenía un perro cuya casita era enorme y ahí me quedaba por horas y horas. Podía hablarle de cualquier cosa. Sabía que él no me iba a castigar", recordó.

Si no se prostituían eran "débiles de espíritu"

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De pequeña Dawn estuvo expuesta a imágenes de mujeres desnudas en crucifijos y carteles fabricados por los mismos miembros del culto que mostraban a "prostitutas para Jesús".

Según recordó, su madre no podía pasar mucho rato con ella, pues la obligaban a trabajar lejos o la hacían cantar, por lo que desconocía lo que realmente hacían a los niños.

"Nunca tuve una figura paterna mientras crecí en la comunidad. No había un hombre con el que me pudiera relacionar y sintiera que fuera protector. Siempre miré a los hombres y los tíos de la comunidad como un peligro del que quería alejarme", aseguró.

Watson señaló que al crecer las niñas eran enviadas fuera de la comunidad a prostituirse y reunir dinero. Si no lo hacían eran consideradas como "débiles de espíritu" y personas con poca fe. "Era algo natural y algo por lo que eras considerado un héroe", agregó.

Antes de pasar por eso, decidió abandonar el culto a los 13 años y quedarse en casas de otros ex miembros. Sin embargo, en uno de esos lugares fue violada. Allí volvió a hablar con su madre, quien también había abandonado la comunidad.

Dawn Watson cambió su vida, estudio sicología, y actualmente ayuda a otras víctimas de abusos a través de una organización que fundó en Brasil, asimismo realiza charlas motivacionales y ha escrito libros.

El crudo relato de la adolescente de que era prostituida por su madre

Esclavas de la necesidad. Presas del hambre y la falta de posibilidades. Ya desde los 14 años, las dos adolescentes que fueron rescatadas el jueves a la madrugada de una casa en Ostende se prostituían en el Gran Buenos Aires. Este viernes, tras la detención de la madre de una de ellas, que ejercía el rol de proxeneta, las dos chicas contaron ante la Justicia su historia de vida, con una estremecedora paradoja: "Nadie nos obligó, lo hacemos para tener dinero".

Las adolescentes, junto a un policía, en el momento del allanamiento en Ostende

Las tres mujeres (más un bebé) llegaron a Pinamar el 24 de diciembre. Y empezaron a trabajar el 2 de enero. Las dos chicas sabían a lo que venían, le dijeron al fiscal del caso, Walter Mercuri, según contaron a Infobae fuentes policiales. Y ya se dedicaban a la prostitución antes de llegar a la Costa, en casas particulares en el conurbano bonaerense.

Paula Cristina Aranda, de 42 años, ahora detenida, se encargó de alquilar el dúplex en el balneario de Ostende y era la que regenteaba la actividad de las adolescentes, ambas de 15 años, una de las cuales era nada menos que su hija.

En sus respectivas declaraciones las dos chicas contaron que trabajaban voluntariamente por necesidad económica. "Tengo 15 años, tengo un hijo y tengo que alimentarlo. Nadie me toma para trabajar por mi situación, no tengo al padre de mi hijo y vi en esto una posibilidad de ganar mucha plata fácil. Lo veo como un ingreso de dinero fácil", comentó la hija de Aranda.

La otra joven era vecina del barrio donde viven durante el año Aranda y su hija, en Florencio Varela. "Es como una tía del corazón", contó a la Justicia, respecto de la proxeneta, quien les ofreció a las dos ir a "trabajar" a Pinamar. El plan era hacerlo durante enero. Y si les iba bien, se quedarían durante todo febrero. Pero las chicas ya sabían de qué se trataba su trabajo. Según contaron en su declaración testimonial, lo hacen desde los 14 años.

Aranda quedó detenida y podría recibir al menos 10 años de prisión

"Me gusta tener plata y no tenía trabajo, y así lo lograba", declaró la otra joven, quien engañó a su madre cuando le contó que viajaba todo enero a Ostende. La mamá de ella se enteró tras el allanamiento de lo que hacía su hija, no solo en Pinamar, también en Buenos Aires. Fuentes policiales contaron que la mujer no paraba de llorar cuando le relataron lo que pasaba. "A mí me dijo que venía a cuidar a un bebé", sollozó.

El bebé del que habla es el hijo de la otra adolescente, el nieto de Aranda, quien cuidaba al chico mientras su hija tenía relaciones sexuales con los clientes. "Ellas atendían en el piso de arriba y la mujer se quedaba con el chiquito abajo", explicaron los investigadores del caso a Infobae.

Las jóvenes cobraban 1.500 pesos el "pase" sexual. Ellas recibían el dinero y le entregaban todo a Aranda, quien les devolvía la mitad. La madama que regenteaba está detenida por el delito de "promoción, facilitación y explotación de la prostitución de menores de edad doblemente agravado, por el vínculo y por ser menores de 18 de años", un delito que prevé una pena mínima de 10 años de prisión. "Lo hicieron sabiendo lo que hacían. La que administraba era la madre de una de ellas. Y si bien la plata se les pagaba a las chicas, ellas le tenían que dar el 50% a la proxeneta", detalló un investigador.



Las jóvenes trabajaron la primera quincena. Publicaron el servicio por una página de clasificados en internet y recibían a los clientes (la mayoría turistas) en el dúplex ubicado en Biarritz y El Progreso. Contaron que solo una vez fueron a domicilio pero que les dio miedo. A pesar de que estaban custodiadas por dos hombres que ahora están prófugos de la Justicia. Para los investigadores, eso podría ser un indicio de que este no es un episodio aislado, sino que las tres mujeres podrían integrar una red de prostitución, trata y esclavitud mayor.

"Vinimos a la Costa para recaudar más plata", admitieron las adolescentes. "Ellas lo tomaron como un trabajo voluntario porque querían plata, pero eso no exime de pena a la imputada, y por otro lado, no tienen conciencia de que eran explotadas", comentó la fuente del caso, quien, no obstante, admitió que no había "situación de esclavitud".

El departamento donde trabajaban las chicas, en Biarritz y El Progreso, Ostende

Los investigadores descubrieron el caso cuando investigaban las publicaciones en internet. Intervinieron los teléfonos y descubrieron cómo operaban y desde dónde. Aranda era la que subía los avisos, pero allí ofrecía chicas mayores de edad, por lo que se presume que los clientes desconocían que se trataba de menores, al menos hasta el momento de la consumación del servicio sexual. Lo mismo les pasó a los Policías y a los oficiales de la Justicia. Cuando allanaron, entre ropas íntimas, juguetes sexuales, dinero y pelucas rubias y morochas, descubrieron que las dos prostitutas eran apenas dos adolescentes.

Infobae