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miércoles, 12 de agosto de 2015

Argentina: Dolor inimaginable en el relato de una víctima de un secuestro sexual

Patricia estuvo cautiva durante dos meses. Para que le perdonen la vida se ofreció de manceba. Dijo que su captor debía asesinarla y que habría cobrado 17.000 pesos por el trabajo.
"Hoy después de dos meses de tormentos exijo seguridad, salud y justicia, sobre todo esto último, que no he recibido todavía", dijo Patricia Bautista en su humilde casa de barrio Atocha III.

La mujer (28), madre soltera de dos menores, estudiante del último año de un bachillerato para adultos, había desaparecido misteriosamente a principios de junio y luego de insistentes denuncias de su madre discapacitada, finalmente fue rescatada de una casa de San Lorenzo donde se hallaba privada de su libertad.

Su historia es mucho más conmovedora que cualquier relato de perversidad que se haya hecho público en décadas en nuestra provincia y aunque muchos de sus sufrimientos ya los dio a conocer, los mayores aún permanecen en su conciencia y afloran vestidos de llanto sobre su mejilla de cobre.
"En cualquier sitio que voy, ante cada funcionario que me atiende debo repetir una y otra vez las atrocidades a las que fui sometida. Los ojos de algunos de ellos no muestran piedad e incluso me ven, tal vez, culpable de mi ausencia forzada", aseguró la joven.
"No puedo saber por qué tanto silencio, ellos no pueden entender que jamás me alejé de mis hijos y que fui y sigo siendo la víctima de un perverso sexual, quizá un criminal en potencia, un exconvicto empleado de un político de San Lorenzo, a quien tuve que suplicar por mi vida, entregarle mi cuerpo y reducirme a la servidumbre para tener tiempo y una esperanza de volver con lo que más amo", se sinceró la muchacha.

En un mar de llanto fue deshojando día a día su cautiverio y para graficar su indefensión dijo que Luis Esteban Ruiz, su captor, la amenazaba con terminar con sus hijos y con su madre si intentaba huir.

"Nunca creyó que yo me iba a mantener escondida. Por eso me castigó con todos los elementos que tenía a mano, incluso con una linterna", relató.

"Me hizo acostar sobre clavos que tiraba en el suelo y luego, antes de violarme, me levantaba de los cabellos arrancándome mechones día tras día. Después del 15 de junio, cuando comprendí que me iba a matar, le supliqué que me 'perdone' la vida, le dije que hiciera de mí lo que quisiera y que yo le iba a responder aún en su más loca pesadilla", añadió.

"No me creyó y desde entonces me ataba de pies y manos, como estaqueada a la cama, desde las 9 de la mañana a las 6 de la tarde, cuando comenzaba con sus sádicas prácticas. Él disfrutaba con mi dolor, con mi esclavitud, con la supuesta fidelidad a mi palabra. Durante días no me dio de comer, otras veces compartí con sus hermanas la mesa, donde ellas miraban el estado calamitoso de mi rostro, las heridas de mi cuerpo y no decían nada", afirmó.

"No las entiendo, no son mujeres al parecer, por eso ahora, lejos de mi calvario, exijo que sean detenidas por complicidad de todo el daño que me hicieron", dijo quebrada por los recuerdos.

La mujer fue hallada por una patrulla policial que se dirigió a ese domicilio de San Lorenzo tras el seguimiento de una llamada que hizo Patricia a su hijo de 12 años.
Cuando la encontraron, ella delante de su captor dijo que estaba bien, pero comenzó a temblar. Al ser separada de su supuesta pareja se quebró frente al sargento Ramos y desde allí no paró de llorar hasta el reencuentro con sus hijos y su madre.

Patricia acusó a la pareja de su exmarido de haberle pagado 17.000 pesos a su captor para que la hiciera desaparecer.
Para graficar su denuncia dijo que una de las hermanas de Ruiz le contó que cuando Patricia cobrara la sentencia por alimentos a su exmarido, que asciende a 46.000 pesos más intereses, ellas iban "a poner un negocio".

"Para salvar mi vida les dije que sí, que todo el dinero de alimentos de mis hijos se lo iba a entregar si ellas me ayudaban a volver a mi casa", recordó.

Más adelante, después de recordar vejaciones inimaginables, Patricia dijo que tras la denuncia de su valiente madre, postrada en su silla de ruedas, y la emotiva nota que le realizó Canal 11, las hermanas de su victimario le dijeron que fuera a decir que se hallaba bien.

Poco después su captor fue detenido. Hoy Patricia sufre las secuelas de su cautiverio y para ella no hay médico ni psicólogo ni asistencia para la víctima. "A pesar de estar viva soy 'una menos'", se quejó.

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