La sentí que lloraba. Sin comas, ni punto y seguido, las palabras sueltas como nadando entre espacios de silencio, el chat del Facebook iniciado con un saludo tempranero, la pregunta simple ¿cómo van tus cosas?
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| Josué Carrillo |
La respuesta como puertas abiertas “ahí, ahí”, ¿te pasa algo?, “si, me pasan muchas cosas, ayer llevé a mis hijos a una reunión de compañeros del colegio, regresamos antes de lo previsto porque la lluvia obligó a suspender el encuentro, entramos a la casa, en la habitación de la señora que cuida a los chicos encontramos a mi amiga dormida en pantaletas en la cama y a mi marido desnudo a su lado, quedamos mudos los tres, salimos y nos sentamos en el sofá, sin poder decir una palabra, el varón se derrumbó, la niña no, ella es fuerte, no ha llorado, nos venimos abajo, tenemos otra vida, esperé mucho de él cuando en realidad no debí esperar casi nada”.
Otro día, “vivo sin estrés, poco a poco vamos mejorando”. Es un mundo de vidas que se destruyen para volver a armarse, de derrumbes, de relaciones demolidas para -sobre sus escombros- levantar nuevas, de caminoscon desvíos porque la felicidad puede que esté a los lados y no al frente, caminos con retornos porque es posible hayamos dejado botado el mejor futuro.
No juzgo al marido de mi amiga, ni a la señora que cuidaba los chicos, somos leña y fuego, la carne es débil, mil pretextos para terminar arrastrados por las pasiones, por los ardores del deseo causando estragos en quienes nos aman…son relatos reales de mujeres, unas sufriendo y otras alegres, ambas en una lucha constante por vivir.
Josué Carrillo
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