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martes, 13 de octubre de 2015

Elena Poniatowska: ‘Se escribe para darle sentido a tu propia vida’

A sus 83 años, Elena Poniatowska no sabe lo que es estarse quieta. Su tiempo se va en trabajar, atender a sus diez nietos y ver amigos. Disciplinada desde siempre, la escritora dedica una parte de cada día a escribir. La ganadora de premios como el Alfaguara de Novela y el Cervantes de las Letras, recién publica, Dos veces única (Seix Barral), novela inspirada en Guadalupe Marín, una mujer adelantada a su tiempo que en su momento fue esposa de Diego Rivera.
Esta novela, como varias de su trabajo, se remite a un México que se ha ido, ¿por qué volver a ese México? ¿Lo extraña?
Es una etapa fascinante del país. No me tocó conocerla porque llegué a México en 1943, pero al leerla, me marcó muchísimo porque sí conocí a Diego Rivera, Luis Buñuel, Lupe Marín y toda esa gente que me pareció formidable.

¿Le faltaba una novela a Lupe Marín?

Sentía un compromiso y una obligación hacia ella porque me dio dos entrevistas. Era una mujer distinta, bella, con una enorme personalidad. Me daba tristeza que Frida Khalo se hubiera tragado a ese personaje.

¿En qué sentido la marcó?

En el sentido de su fortaleza, de su autenticidad e inteligencia, tenía un gran sentido de libertad. No obstante fue pésima madre con su hijo Antonio, cuyo padre era Jorge Cuesta, lo rechazó desde que nació.

Conociendo a esos personajes, ¿tiene algún pudor ético al momento de abordarlos dentro de una novela?

No, porque existieron. Al contrario, siento que les rindo un homenaje. Jamás escribo cosas en contra de ellos. Hay momentos o anécdotas que me guardo, sobre todo de la hija de Ruth Rivera, Ruth María, quien al final tuvo una vida bastante desastrosa, no por su culpa, sino por las circunstancias. No creo en la culpa, pero la protegí. No escribí nada de lo que me dijeron sobre ella.

¿Cuál es el límite en términos de intimidad que se impone?

A muchas mujeres no les gusta hablar de su vida sexual o erótica, yo nunca insisto ni las fuerzo.

¿Y a través de la ficción?

Bueno, a través de la ficción puedes escribir muchas cosas. Yo nunca conocí a Tina Modotti, murió en el 1942, un año antes de que yo viniera a México. Le inventé todas sus escenas de amor, pero nunca las presencié. Ella fue muy rechazada, mi mamá la detestaba, le decía ‘La comunista’. Me preguntaba para qué escribía sobre ella y en alguna ocasión, que hubo una exposición de sus fotografías se puso furiosa porque fui.

Usted no es comunista pero sí tiende a la izquierda…

Sí, esa es una inclinación natural. Tiendo a pensar que hay mucha injusticia social, pero no pertenezco ni milito en ningún partido. En el fondo, no me considero un ser político; lo soy en la medida que lo somos todos, tengo un activismo pero sobre todo literario y de apoyo a las causas sociales que más me importan. Aunque muchos me tachan de roja, yo no me considero así.

¿Extraña algo del México del que habla en esta novela?

El México en el que estamos ahora es un horror debido a la corrupción. Anoche estuve leyendo a José Agustín en Tragicomedia Mexicana, es terrible lo que los presidentes de la república han hecho en los sexenios posteriores a Miguel Alemán, es un saqueo y un enriquecimiento personal aterrador.

Y pese a todo eso, ¿el idealismo se mantiene?

Yo creo que el idealismo está los jóvenes y yo tengo 83 años. Ya tengo mucho cansancio y rechazo. Constantemente me hablan por teléfono para insultarme, no me bajan de ‘pinche vieja puta’.

¿Y usted cómo se lo toma?

Un día me hablaron y me dijeron: ‘Elena, hay un hombre en su patio, hable a la policía’. Yo sólo alcancé a decir ‘¿Policía?’, entonces me puse la bata, bajé, salí a la calle, vi que no había nadie y volví a subir a mi recámara y ahí lloré porque me sentí muy odiada.

¿A qué le teme?

Pensar en el odio sí me afecta, porque como cualquier ser humano, quiero que me quieran.

¿Escribe para que la quieran, como decía García Márquez?

Creo que todos queremos que nos quieran. Además, escribir es muy sacrificado porque te obliga a dejar de hacer muchas cosas.
¿Tiene reglas de escritura?

Siempre releo, jamás mando un artículo sin haberlo releído.

¿Se arrepiente de alguna página?

A veces me arrepiento de cosas descuidadas, no de la juventud porque hay que perdonarse y quererse, no juzgarse con tanta dureza. Pero siempre me he dedicado a los demás, siempre he hecho entrevistas, crónicas, reportajes. Soy periodista y he tratado de hacer mi trabajo lo mejor posible.

¿Lleva diario?

No, y ahora he pensado que es una tristeza que no lo haya hecho porque es muy importante, conocí a mucha gente valiosa, pero no lo hice por hacer tanto periodismo. Alguna vez llevé un diario pero lo hice cuando estaba deprimida, entonces además de repetirme caí en la autocompasión, pésimo.

¿Escribirá sus memorias?

No, meto mucho de mí misma en los libros que he escrito.

¿Dónde hay más certezas: en el periodismo o en la ficción?

Creo que uno se siente más seguro cuando hace cosas propias, un cuento, novela. Pero en mi país la realidad es tan fuerte que es muy difícil sustraerse de ella. No puedes pensar en un poema para tu tía si afuera están asesinando a 43 muchachos.

De alguna manera ha sido cronista de los últimos cincuenta años de México. ¿Cuál es el momento más oscuro que le ha tocado vivir?

Ahorita es un momento terrible, además soy más grande. Me tocó hacer un artículo larguísimo sobre el terremoto para el suplemento de Proceso y acabé hecha polvo de releer por recordar lo que viví en la calle.

¿Y por qué hemos ido a peor?

Porque tenemos gobiernos corruptos. Nosotros, como ciudadanos hemos hecho todo lo que hemos podido: salimos a la calle a marchar, denunciamos, pero nadie nos hace caso.

¿La política la desencanta?

Sí, debería de haber un movimiento civil por encima de los partidos. Nosotros tendríamos que ser más fuertes y valientes que ellos.

¿Se escribe para ganarle tiempo a la muerte?

Se escribe para darle un sentido a tu propia vida. Si yo no escribiera ¿qué haría? Ya no puedo bailar de ‘puntitas’ y estar pegada con mis hijos como chicle, creo que no va, cada quién vive su vida.

¿Le preocupa la muerte?

Me quiero preparar. Leo sobre la muerte para estar preparada e intento tener las cosas en orden para no dejarles un tiradero a mis hijos.

¿Cree en Dios?

Sí, es muy difícil decirlo. Yo me casé con un científico -Guillermo Haro- y él no creía en Dios. Una vez me llevó a observar las estrellas y como soy muy chaparra, subió su plataforma. Cuando en ascenso me miró y dijo ‘Elenano, ¿qué haces?’, yo le contesté, ‘rezo’. Se enojó y me dijo que nunca me volvería a llevar.

Fuente: nssoaxaca

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